miércoles, 4 de abril de 2012

Prodigio

De pronto cesaron todos los ruidos. No más bocinazos ni músicas a tope ni chirriar de neumáticos ni explosiones de motos ni martillazos o taladros en la (s) obra(s) ni radios de los autos a los alaridos ni sirenas ni alarmas ni intercambios de gritos a guisa de conversaciones. Nada. Nada. Ni siquiera un canto de pájaro, ni el roce de la brisa entre las hojas del árbol macilento que asoma a la ventana. Un silencio de muerte. Pero no, más bien un silencio de vida. De pronto, sorprendido, comprendí que estaba respirando, sentí que respiraba, pude oír el aire circular por mis pulmones. Fui consciente de mis pulmones, como una contracción apenas, tan remota era y ese aire que estaba respirando ahora tan distinto, un aire pletórico de energía, colmado de sol y de luz, de vida, un aire que palpaba, rozaba apenas, acariciaba (lo sabía, lo podía sentir) cada fibra y cada molécula de mi cuerpo y al hacerlo las revigorizaba, las cargaba de una pureza rara, primigenia, exaltante. También comprendía (simultáneamente con este estallido de plenitud súbita) que debía sentir temor ante ese despertar volcánico de mi materia, ante esa invasión estremecedora de vida. Pero no, no sentía miedo, en verdad no sentía nada, nada que pudiera identificar aparte de la sensación tan nueva como increíble de estar completo, de reconocerme uno con todo lo demás, de ver que la frontera de la piel cansada había desaparecido. Respiraba al fin en libertad como respiran los árboles en los bosques y montañas, lejos, muy lejos de toda civilización. Sí, respiraba como seguramente respiró la naturaleza en su primer amanecer.


Y ya no hubo sino el silencio denso, absoluto y el ritmo sosegado de esta fraternidad elemental en la magnificencia de su disolución incesante. Un instante, un solo instante antes de pasar a confundirme (¡y con qué gozo indescriptible!) del todo con ese todo vibrante y definitivo alcancé a comprender, como un latigazo de luz, qué se quiso decir cuando se pronunció por primera vez la palabra prodigio.

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