Los propios
Como los niños invento
gentes que están conmigo.
Gentes no como las otras
sino justamente sólo ésas
que podrían estar conmigo.
Plegaria
Sálvame: cierra estos ojos.
Clausura mi memoria.
Haz de mí –de lo que creo ser-
un sueño no soñado,
una posibilidad eternamente
en ciernes.
Una tragedia menos.
De la plenitud
No, nadie nos prepara
para vivir. Y mucho menos
se nos prepara
para vivir en plenitud.
Pero eso sí hay gran cuidado
de que aprendamos
no a vivir sino apenas
a transitar nuestro trecho
de acuerdo con sus reglas
y normas y leyes y dictados.
Y cuando estamos para morir
todavía creemos –y es admirable-
que hemos vivido.
Y a esa infecta, sórdida atrofia
nos seguimos aferrando
con uñas y dientes que siempre
nos faltaron para decir no
y vivirnos sin renuncias ni desvíos.
Noticias de segunda mano
Si no hubiera erizado de errores
lo más de la vida, lo mejor de la vida
hoy no diría lo que digo. O quizás sí
pero con otro tono, otros sonidos.
No es errar, es saber que se ha errado.
Y vivir con eso, con tantos esos,
va haciendo de la vida un erial.
Y, repito, aún en el desierto o el yermo
podría celebrar el agua y su música
pero sería impostura. No las conocería
sino de oídas. Por tanto en conclusión:
ojalá mis errores, todos, hubieran sido
ajenos, extraños y de oídas.
De la rebelión y el renacimiento
Sé que ya no estás pero he decidido
que ése es un detalle que voy a ignorar.
Y resuelvo: que estarás para mí y nunca
volverás a partir donde quiera que sea
te hayas ido dejando sola y abandonada
mi esencia de nada, mi nebulosa de todo.
Así, desde el umbral de esta locura nueva
y absoluta he decidido tomar en mi mano
a la vida, al destino y a la muerte.
Y por supuesto convocarte otra vez
a la vida pero no aquélla que dejaste
sino a ésta de perfección, gozo y paz
que mi locura, exultante, te ofrece.
De los rostros y sus estaciones
-I-
En esta imagen veo un rostro joven
y agraciado. Tal parece fue el mío
en el principio de los tiempos.
¿Cómo no saludar esas profecías
que auguran un pronto apocalipsis?
-II-
Y en esta trampa hecha de azogue
veo un rostro que alguien vaticinó
revelaría a esta edad mi naturaleza
verdadera, al fin aflorada sin afeites.
¿Cómo no saludar esas profecías
que auguran un pronto apocalipsis?
Del vuelo
-I-
Hoy tengo alas, ni translúcidas ni doradas
sino como de buitre, negras y ásperas.
Pero se extienden y con ellas planeo
viendo allá abajo mi vida sin historias
y tanta historia sin vidas: sólo agitación
y clamor. Pero el feo buitre evoluciona
en aires, esos sí, de clara transparencia.
-II-
Y alas acaso como las del joven imprudente
que las perdió por tanto acercarse al sol.
Pero -hoy lo sé- hubiera preferido, como él
abrasarme en un instante y estallido de luz.
Porque se me antoja que a pesar de estas alas
voy por los cielos reptando y nada más durando.
Nada más durando.
(*)- de mi libro inédito: Poemas (Meta)Físicos, (In)Exactos y (Preter)Naturales .
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