sábado, 15 de junio de 2013

Segunda antología esencial (*)

Los propios


Como los niños invento

gentes que están conmigo.

Gentes no como las otras

sino justamente sólo ésas

que podrían estar conmigo.



Plegaria

Sálvame: cierra estos ojos.

Clausura mi memoria.

Haz de mí –de lo que creo ser-

un sueño no soñado,

una posibilidad eternamente

en ciernes.

Una tragedia menos.


De la plenitud


No, nadie nos prepara

para vivir. Y mucho menos

se nos prepara

para vivir en plenitud.

Pero eso sí hay gran cuidado

de que aprendamos

no a vivir sino apenas

a transitar nuestro trecho

de acuerdo con sus reglas

y normas y leyes y dictados.

Y cuando estamos para morir

todavía creemos –y es admirable-

que hemos vivido.

Y a esa infecta, sórdida atrofia

nos seguimos aferrando

con uñas y dientes que siempre

nos faltaron para decir no

y vivirnos sin renuncias ni desvíos.


Noticias de segunda mano

Si no hubiera erizado de errores

lo más de la vida, lo mejor de la vida

hoy no diría lo que digo. O quizás sí

pero con otro tono, otros sonidos.

No es errar, es saber que se ha errado.

Y vivir con eso, con tantos esos,

va haciendo de la vida un erial.

Y, repito, aún en el desierto o el yermo

podría celebrar el agua y su música

pero sería impostura. No las conocería

sino de oídas. Por tanto en conclusión:

ojalá mis errores, todos, hubieran sido

ajenos, extraños y de oídas.


De la rebelión y el renacimiento


Sé que ya no estás pero he decidido

que ése es un detalle que voy a ignorar.

Y resuelvo: que estarás para mí y nunca

volverás a partir donde quiera que sea

te hayas ido dejando sola y abandonada

mi esencia de nada, mi nebulosa de todo.

Así, desde el umbral de esta locura nueva

y absoluta he decidido tomar en mi mano

a la vida, al destino y a la muerte.

Y por supuesto convocarte otra vez

a la vida pero no aquélla que dejaste

sino a ésta de perfección, gozo y paz

que mi locura, exultante, te ofrece.


De los rostros y sus estaciones


-I-

En esta imagen veo un rostro joven

y agraciado. Tal parece fue el mío

en el principio de los tiempos.

¿Cómo no saludar esas profecías

que auguran un pronto apocalipsis?

-II-

Y en esta trampa hecha de azogue

veo un rostro que alguien vaticinó

revelaría a esta edad mi naturaleza

verdadera, al fin aflorada sin afeites.

¿Cómo no saludar esas profecías

que auguran un pronto apocalipsis?

Del vuelo


-I-


Hoy tengo alas, ni translúcidas ni doradas

sino como de buitre, negras y ásperas.

Pero se extienden y con ellas planeo

viendo allá abajo mi vida sin historias

y tanta historia sin vidas: sólo agitación

y clamor. Pero el feo buitre evoluciona

en aires, esos sí, de clara transparencia.


-II-

Y alas acaso como las del joven imprudente

que las perdió por tanto acercarse al sol.

Pero -hoy lo sé- hubiera preferido, como él

abrasarme en un instante y estallido de luz.

Porque se me antoja que a pesar de estas alas

voy por los cielos reptando y nada más durando.

Nada más durando.




(*)- de mi libro inédito: Poemas (Meta)Físicos, (In)Exactos y (Preter)Naturales  .












































































































































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