lunes, 14 de enero de 2013

nacimiento-nacimientos

no surge. pero apenas asoma. volutas de humo, vapores volátiles, nieblas rasgadas. apenas concibe, apenas formula, apenas enuncia. en la indiferenciación se asume, tan poco, tan poco; pero desde ahora debe asumir ese tan poco con que fue equipado, ese torbellino de nada del que ni sale ni entra pero que está en su yo, que es su yo. ¿qué es su yo? pero ese humo, ese vapor, esa niebla. ¿cómo? y percibe, tan poco, tan mal y tan confuso. los demás, las cosas, los seres. ¿cómo? no hay puentes ni vínculos ni nexos o lazos, sólo una intuición  tan remota, una esperanza que tampoco cree ni en su propia trampa, la necesidad absurda de asirse a algo más que su torbellino de nada, que sus remolinos vacuos de nada, que su estar habitado por la nada en una antesala de la nada donde sólo se puede esperar más nada. ¿cómo? y ¿para qué? a veces algo dice, algo que ni está ni deja de estar pero que se expresa en balbuceos, en tropiezos, en gestos invisibles, en gemidos de silencio, ese algo dice, a su modo: hay que llegar, es preciso llegar hasta ¿dónde? hasta la frontera de la piel (¿qué piel?), hasta quizá la palabra misma (no hay sino mudez, abatido callar), hasta los demás en algún sitio, con algún código, con al menos la vislumbre de una cierta intención. pero es que es tan poco, vino tan apocado y en sí mismo ya ausente y colmado de nada, pleno de ausencias, entonces ¿cómo? y espera, hace tanto que espera aunque no sabe qué es tanto ni qué es la espera, qué es mucho, qué es poco, a pesar de ese poco tan mínimo que se siente ser, que quiere ser, ese poco insignificante y perplejo, no, atónito, pasmado en el resentimiento tibio de haber sido llamado para nada, para esta nada, para esta pobreza tan raquítica, tan nula, tan hueca, sí tan llena sólo de huecos, de oquedades por donde se escapa su nada, por donde se cuela su nada yendo y viniendo de la nada y para nada. sí, fue llamado pero no solamente a llenar (sin poder) una nada imposible sino también para tener la percepción de sí sin ser, de sí desleído entre el humo, la niebla, el vapor, de sí sin verbo y sin carne pero rodeado de voces que no puede oír, de pieles que no puede tocar, de carnes que no puede conocer. fue convocado a una reunión consigo mismo de la que él mismo sólo podía estar ausente pero sabiendo al mismo tiempo que no estaba donde debía, que debía justamente su presencia sin poder presentarse no teniendo apariencia, no teniendo ser sino sólo tanta nada, el humo, la niebla. ¿cómo? ¿cómo? y ¿para qué?

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