martes, 13 de abril de 2010

La ejecución

Dos amigos se encuentran, ambos escritores. -¿Te enteraste de lo que sucedió con Luciano?- No ¿qué?- Pues ayer murió- ¡Cómo, si lo encontré no hace mucho y estaba perfectamente!- Sí, pero lo fusilaron.- ¡Qué barbaridad! Y ¿por qué?- Pues cometió un delito verdaderamente atroz; tan sólo con recordarlo se me eriza el cabello.- ¿Tanto así? Y ¿qué fue?- Y pensar que ya se le había advertido varias veces pero él persistió. Lógicamente el cargo principal fue contumacia.- Sí, sí, pero ¿qué hizo...?- Pues bien, ya recuerdas que siempre le gustó escribir poemas y ensayos- Sí, claro que lo recuerdo.- Y lo más grave es que lo siguió haciendo y, repito, a pesar de las advertencias. -Pero...no me dirás que por escribir poemas y ensayos...- -Que no, a eso nadie tenía nada que decir. Lo otro es lo verdaderamente abominable y opino que todavía fueron demasiado clementes limitándose a fusilarlo.- Sí, sí, pero ¿qué?...-Imagina, uno se resiste tan siquiera a repetirlo pero ahí va: ¡se negó a escribir una novela! Ya, lo dije. Pero me ha costado soltarlo, tan repugnante es...-¿Que se negó a escribir una novela? Y te quedaste corto, es en verdad espeluznante. ¡Y bien muerto está, el gusano!- Y con este último responso a la memoria del ex amigo común y ahora desecho humano, culpable de semejante delito de lesa literatura, los dos cofrades se despiden.

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