No, nadie nos prepara
para vivir. Y mucho menos
se nos prepara
para vivir en plenitud.
Pero eso sí hay gran cuidado
de que aprendamos
no a vivir sino apenas
a transitar nuestro trecho
de acuerdo con sus reglas
y normas y leyes y dictados.
Y cuando estamos para morir
todavía creemos –y es admirable-
que hemos vivido.
Y a esa infecta, sórdida atrofia
nos seguimos aferrando
con uñas y dientes que siempre
nos faltaron para decir no
y vivirnos sin renuncias ni desvíos.
(*)- Del libro inédito: Poemas exactos, físicos y naturales
No hay comentarios:
Publicar un comentario