martes, 27 de septiembre de 2011

En memoria de Vladimir Vyssotsky (*)



Cuando enamorado de tu país y de tu música,



de tu lengua, tus leyendas y tu dolida historia



escuchaba y escuchaba tus canciones, tu voz



áspera y nacida de tus tripas, tu énfasis único



e irónico celebrando la vida y los seres todos



y tu talento en todo y esa arrogante prestancia



presencia vibrante recortada tras el fondo gris



de tu pueblo que al cabo fue tu pedestal y por



ti recuperó sus colores y alegrías. Sí, Volodia,



que caminaste en la cuerda floja durante tu vida



aventada sin control y sin mesura, como un don



de los dioses para consuelo de los otros y para ti



una vela que habías encendido sabiendo que se



consumiría en un soplo pero te llevaría consigo



en su rastro de luz surcando ese cielo atribulado



y maravilloso de la madre Rusia, para siempre.









(*)- de mi libro: Ágrafos -Ed. Amarna, Córdoba, Argentina, 2011.

































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