jueves, 16 de diciembre de 2010

Lecturas singulares

Grandeza y decadencia de la filosofía


Singular trabajo (*) que postula un enfoque aún más singular de esa larga y accidentada trayectoria de la filosofía. A partir de una verificación no exenta de humor de sus sucesivas muertes y resurrecciones Nuño va desmontando los soportes y fundamentos de las distintas expresiones filosóficas para poner de relieve su carácter “irracional” derivado de su común origen mítico. Distingue a continuación esos mitos fundadores con arreglo al tipo de sistema filosófico que sustentan dividiéndolos en los de salvación y narcisismo, de revelación y clarividencia, de la totalidad y el destino, de la frontera y el infierno y de ruptura y transfiguración para ocuparse en último término del mito del eterno retorno. En esta lúcida y muy documentada exposición el autor analiza los diversos papeles desempeñados por la filosofía y sus relaciones con las demás ciencias, desde su pretensión primigenia de erigirse en la ciencia por excelencia capaz de explicarlo todo y desde esa categoría a su evidente vocación por la fijación de límites y la represión (“La filosofía no es únicamente saber supremo por su objeto sino por su función vigilante: sólo el que conoce todas las relaciones del todo con las partes y de éstas entre sí podrá aspirar a hablar de todo y a todo ordenar. La escala del conocimiento se organizará, por consiguiente, a partir de la cesura marcada entre el poseedor de todo y los aparceros de la fragmentación parcial de ese todo: entre el filósofo “especialista de la generalidad” y los investigadores de saberes concretos y particulares”) pasando por su ulterior sometimiento a la teología y las matemáticas hasta desembocar en su parcelación y mera función auxiliar –ancilar- de otros ámbitos del conocimiento. En esta revisión sin concesiones asistida por una sana desenvoltura iconoclasta se iluminan las falencias y la soberbia de autores que conforman una extensa nómina que va desde los presocráticos (muy particularmente Parménides), Sócrates, Platón y Aristóteles hasta los grandes sistemas de Descartes, Spinoza, Bacon, Leibniz, Hegel, Kant, la fenomenología, los positivismos, Nietzsche, Marx, Heidegger, Ortega, Russell y otras escuelas y tratadistas modernos, sin olvidar, por cierto, en esta generosa asignación de limitaciones y abusos intelectuales al psicoanálisis. Al referirse al mito del eterno retorno advierte Nuño que “esa condición de apokatastasis o interminable reaparición con periódicas oscilaciones no es, sin embargo, exclusiva de la filosofía; o quizá lo sea, siempre que se acepte que una de las transfiguraciones contemporáneas de la antigua metafísica recibe el tranquilizador nombre de “economía política”, no menos pendiente de los ciclos y las fluctuaciones que lo estuviera, por ejemplo, la filosofía de la historia de un Toynbee o de un Spengler” y siempre dentro de ese marco se inscribe esta aguda reflexión sobre el tema mismo de la obra que implica una traslación significativa del ángulo de visión y comprensión: “En vez de un grande y gigantesco telón de fondo de ideas eternamente idéntico a sí mismo, lo que existe culturalmente hablando es el número finito de temas que son los que corresponden a los diferentes mitos filosóficos engendrados y desarrollados sucesivamente por la humana cultura”. La historia de la filosofía y la filosofía misma no son, en resumidas cuentas, sino la combinación e interrelación de esos temas míticos; noción sumamente atractiva y no menos polémica. Pero ¿no es acaso ésta la disciplina de la disputa y la controversia?





(*)- Juan A. Nuño- Los mitos filosóficos- Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

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