lunes, 13 de diciembre de 2010

Lecturas singulares


La total circunferencia




“Hacía falta para estudiar a Góngora que se dieran en un mismo sujeto la más minuciosa exactitud objetiva con la más delicada sensibilidad poética. Estas condiciones las reunía, como nadie, Alfonso Reyes”. Así define muy precisamente Dámaso Alonso (en sus Estudios y ensayos gongorinos) las características de este trabajo y de la personalidad misma de su autor a las que cabe añadir otra faceta sobresaliente: “Libre interpretación del texto de Góngora” reza el subtítulo de esta obra (*) y tal advertencia está indicando desde un comienzo y a las claras esa otra virtud de Reyes: su genuina modestia. Porque no es sino eso lo que subyace en el hecho de denominar así este compendio de vasta y honda erudición (y, una vez más en su caso, la auténtica, es decir aquella que no abruma sino que enseñando acucia y amplía el interés y la curiosidad) en el que la claridad expositiva apenas deja traslucir el rigor conceptual que la fundamenta y que se encauza en una prosa límpida, despejada, abundosa de hallazgos (resultado del conocimiento cabal de la lengua y de las lenguas) que la convierten en modelo de expresión contemporánea. La suma de estos factores conduce naturalmente a apreciar en su justa medida el valor y se diría que incluso la necesidad de su lectura. Tanto más cuanto que la intención declarada de Reyes estribaba en poner al alcance de todos esa poesía que ha sido sinónimo (que no acaban de deslindar todavía esta misma exégesis, la de Alonso y varios otros) de oscuridad y complejidad llevando a la par el reconocimiento de su riqueza y factura notables. Esa intención se ha alcanzado aquí y mediante la más añeja y simple técnica literaria: sustituyéndose el autor a Góngora como si éste mismo fuera glosando su propio texto. Así va examinando estrofa por estrofa, allana las referencias mitológicas, realza los artificios poéticos y literarios, ilumina los sentidos muchas veces intencionalmente diversos y anota e interpreta los efectos menos logrados y los defectos mismos desde –como es obvio- la concepción y antecedentes de la época. Se incluye asimismo un breve tratado sobre la célebre “estrofa reacia del Polifemo” que dio origen a múltiples controversias y que en realidad sólo ofrece interés para los especialistas pero que de todos modos ilustra y corrobora de manera concluyente la autoridad de Reyes en la materia y su capacidad crítica.

Con el tiempo la obra del escritor mejicano va adquiriendo cada vez más un valor ejemplar –se acrisola en una referencia obligada y particular de la cultura hispanoamericana- hasta tal punto que aquel conmovido homenaje de Borges (“Reyes, la minuciosa providencia/ Que administra lo pródigo y lo parco/ Nos dio a los unos el sector o el arco/ Pero a ti la total circunferencia”) que hubiera podido parecer en su momento excesivo se revela hoy, en su generosa y profética semblanza, apenas justiciero.









(*)- Alfonso Reyes- El Polifemo sin lágrimas (La fábula de Polifemo y Galatea)- Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1986.

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